En este ensayo se intenta mostrar por qué es necesario extender la exigencia de epistemologías alternativas a estéticas alternativas en la propuesta del buen vivir. La necesidad de la ampliación se basa en la diferencia entre dos maneras de posicionarse frente a lo real, la epistémica y la estética, que pueden ser armónicas y complementarias, pero son esencialmente irreductibles entre sí. Dicha ampliación conduce hacia la idea de una estética decolonial, cuya aplicación a manifestaciones culturales de comunidades indígenas ofrece valiosos elementos para pensar la relación entre ser humano y naturaleza en sintonía con una ética ambiental intercultural y en pro de una vida buena. Como caso ejemplar se presenta la experiencia estética en la llamada Fiesta de la Pachamama, de la que se extraen determinadas consecuencias favorables para el desarrollo del buen vivir.